Freirina: Historia de una zona de sacrificio, 2010-2012

Conflictos socioambientales Derecho a la protesta

RESUMEN:

Freirina sufrió una profunda crisis sanitaria a raíz de una planta de Agrosuper, la cual producía y distribuía carne de cerdo en todo el país. Los malos olores producto de las fecas de cerdo provocaron emanaciones que, para la población aledaña, generaron dolores de cabeza, malestar estomacal, problemas respiratorios e incluso daño psicológico principalmente en niños y niñas. La situación generó un estallido social en Freirina el 2012, protagonizado por pobladores que estaban denunciando la existencia de una crisis sanitaria y profundo conflicto socioambiental, constituyendo un movimiento social que luchó por su derecho a un medio ambiente libre de contaminación.

Imagen: La Segunda

Las plantas de producción de carne de cerdo son consideradas dañinas para el medio ambiente debido a las emisiones de olores, tanto por el proceso de almacenamiento, tratamiento y aplicación del purín. La contaminación se produce directamente al suelo, en aguas subterráneas y superficiales debido al purín, a lo cual se suma las emisiones de aire en forma de gases, olor, polvo o ruido, perjudicando la salud de las personas y de animales que se encuentren en lugar (Coma y Bonet, 2004).

El caso de Freirina resulta emblemático, debido a que se trataba del complejo más grande de Sudamérica en ese tiempo, cuya proyección consistió en alimentar a 2.5 millones de cerdos en 70 mil hectáreas de desierto florido (CodexVerde, 2020). Sin embargo, las consecuencias de esto se produjeron en los primeros meses y, de forma evidente, desde septiembre del 2010, en donde las primeras emanaciones perceptibles por la población fueron cada vez más fuertes. La población de Freirina comenzó a reclamar por el mal olor y, a pesar de las denuncias y fiscalizaciones, la solución se limitó a multas y compromisos de subsanar fallas, sin lograr un cambio significativo. Los más afectados fueron los niños y niñas que vivían en el lugar, además de adultos mayores con enfermedades preexistentes:

“Los chicos en los colegios no pueden tener una vida normal por los malos olores. No pueden salir a recreo, sufren dolores de cabeza, de estómago. Tienen problemas de concentración. Los abuelos tienen problemas de salud” (El Mostrador, 2020) 

Frente a las demandas instaladas por la población de Freirina, el Ministro de Salud de ese entonces, Jaime Mañalich, señaló que el abandono de la planta de cerdos, podría provocar una emergencia sanitaria y ambiental debido a la muerte de 500 mil animales a raíz de la falta de alimentación, lo que empeoraría la crisis ya existente en Freirina: “La catástrofe sanitaria de Freirina no tiene precedentes en la historia de Chile”, advirtió el Ministro de ese entonces (Radio Bío Bío, 2012).

 

Protestas en Freirina contra la planta faenadora de cerdos- Imagen: INDH

Ausencia del Estado y acciones colectivas

Ante la inexistencia de medidas reales y efectivas por parte de las autoridades regionales ante la evidente crisis sanitaria, la población de Freirina comenzó a manifestarse contra la contaminación desde abril del 2012. El nivel de descontento permitió la creación del Movimiento Socioambiental Valle del Huasco, cuya principal demanda fue el cierre de la cuenca del río Huasco a empresas que querían usar el agua, la declaración del valle como zona saturada, paralización de obras para ampliar Agrosuper en el lugar, además del rechazo a la termoeléctrica Punta Alcalde. Las demandas estuvieron acompañadas de una serie de protestas, como bloqueo de rutas, cacerolazos, carta a autoridades regionales, entre algunas cosas, apuntando al cuidado del espacio en el cual se desarrolla la comunidad y sus actividades, cuya sobrevivencia estaba en peligro tras los diversos proyectos de extracción de recursos y productora de alimentos.

La falta de respuesta por parte de autoridades regionales y nacionales, provocaron la radicalización del movimiento que, partiendo por la situación con Agrosuper, las demandas comenzaron a apuntar a la defensa del agua y del territorio afectados por el extractivismo que se estaba generando en la zona. Paralelo a esto, la organización de movimientos y asambleas en Freirina fortaleció las redes y vínculos entre la ciudadanía, en función de un conjunto de valores y creencias sobre una forma de sentir colectivo basados en la protección del medioambiente (Duarte, López, Ochoa y Salazar, 2020). La indignación de la comunidad se expresó en las palabras de Andrea Cisternas, integrante del Movimiento Socioambiental Valle del Huasco:

“…en este momento hay un olor insoportable a caca de chancho. Nosotros no podemos estar viviendo así toda una vida. Así que insisto: si Agrosuper se queda acá no solamente van a haber movilizaciones, van a haber guerrillas en su contra.” (El Mostrador, 2020)

Violencia y represión policial

La radicalización de la protesta tuvo como consecuencia la respuesta policial y la represión contra las movilizaciones. Dicha reacción fue considerada como exagerada y violenta por parte de quienes estuvieron en las movilizaciones, apelando a que las protestas y acciones colectivas fueron pacíficas y con gran participación de mujeres y niños, por lo que no se justificaba la reacción policial (El Mostrador, 2012b). Tras la crisis medioambiental y social que se desarrollaba en el lugar, una misión del INDH fue al lugar entre el 31 de mayo y 01 de junio de 2012, constatando los graves problemas sanitarios que enfrentaba la población y el desmedido actuar de carabineros contra la población organizada. Entre las acciones cuestionadas, estuvieron el uso de bombas lacrimógenas para disolver las manifestaciones y el uso de escopetas antidisturbios, lo último dejó una persona herida en su ojo con un perdigón. Además, se registró un enfrentamiento el domingo 20 de mayo, en donde fueron lanzados gases lacrimógenos desde un helicóptero de Carabineros hacia unas tomas de carreteras, resultando dos personas desmayadas producto de los gases y siete detenidos, entre quienes denunciaron golpizas y episodios de abuso sexual (INDH, 2020).

Enfrentamientos entre habitantes de Freirina y Carabineros- Imagen: Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales

Tras las movilizaciones y tensiones que se generó entre los pobladores de Freirina, Agrosuper y el mismo gobierno, finalmente la empresa decidió cerrar el complejo de Freirina el 11 de diciembre del 2012. Inicialmente se retiraron de la zona y dejaron las instalaciones abandonadas, para luego retirar buena parte del inmobiliario, llevándose también los cerdos y reubicándolos en otros lugares. A pesar de estas acciones, el movimiento del 2012 se mantuvo a través de los años, debido a las constantes solicitudes de reapertura de la planta de cerdos por parte de grupos empresariales, transportistas y algunos sectores de la población, motivo por el cual los movimientos medioambientales se fueron reactivando vía protestas, y manteniendo la atención pública y visibilización de sus demandas a través de los medios. Finalmente y tras cinco años de suspensión, Agrosuper retiró los equipos y maquinarias de la planta a otras instalaciones en uso, tras la decisión definitiva de paralizar la planta tras la crisis social y medioambiental que desató el año 2012 (Solminihac, 2017)

Chimeneas de Labrar, ubicadas desde 1846 en Freirina- Imagen: Consejo de Monumentos Nacional de Chile

La comuna de Freirina se ubica en la III Región de Atacama, en pleno Valle del Río Huasco. Desde 1824 que se concibió como un territorio para la extracción minera, en tiempos donde Chile ya se había convertido en el principal exportador de Cobre mediante las chimeneas de Labrar, lugar donde se fundía el cobre y se separa de los desechos. Posteriormente, la disminución de dicha actividad permitió el resurgimiento de la agricultura y el comercio, siendo la primera la principal actividad económica hasta la actualidad. Contando con una población económicamente activa, fue una zona de interés para el proyecto de Agrosuper Freirina la cual, desde un inicio, tenía una proyección de al menos 30 años, generando expectativas como fuente de empleo para resolver problemas como la cesantía y pobreza del valle (Melo y Monardes, 2007). El proyecto de Agrosuper se insertó en un contexto más amplio de megaproyectos que comenzaron a instalarse en la región, sin tener en consideración la degradación del territorio, la contaminación, ni los efectos en la salud de las personas y la disminución de su calidad de vida. Es lo que configura el término “zona de sacrificio” (Duarte, López, Ochoa y Salazar, 2020).

El movimiento socioambiental de Freirina, además, se insertó en un contexto de diversos movimientos sociales que cuestionaron el impulso de una agenda neoliberal en Chile, tal fue el caso del movimiento Patagonia sin Represas del 2006, de las manifestaciones estudiantiles del 2011 y la serie de movimientos socioambientales (como en Aysén y Punta de Choros el 2010). Una de las características en común de dichas movilizaciones, fue el uso de medios digitales de difusión tras la desconfianza con los medios de comunicación tradicionales, lo que permitió una rápida difusión de la información e innovación en las formas de confrontación contra autoridades (Rodríguez, Peña y Sáez, 2015).

Extractivismo, conflictos socioambientales y neoliberalismo

Los orígenes del extractivismo en América Latina remontan desde los tiempos de la conquista y colonización de la región, en pleno desarrollo del capitalismo. Sin embargo y, en pleno siglo XXI, adquirió nuevas dimensiones tanto por la cantidad y escala de los proyectos extractivistas y transnacionales, las cuales han visto resistencias desde movimientos socioambientales que han defendido el valor de la tierra, el territorio, los bienes comunes y naturaleza (Svampa, 2019), movimientos que han tomado mayor fuerza tras la preocupación sobre el calentamiento global y sus consecuencias. El fortalecimiento del extractivismo en América Latina durante las últimas décadas (muchas veces denominado como “neoextractivismo”) se relaciona con la bonanza económica que experimentó la región desde principios del siglo XXI, en tiempos donde los altos precios internacionales de productos primarios permitieron un importante crecimiento económico. Sin embargo, esta coyuntura de bonanza ha ido de la mano con el cuestionamiento hacia el neoliberalismo, la sobrexplotación de los recursos naturales y el surgimiento de movilizaciones sociales estudiantiles, socioambientales, indígenas y feministas, entre otros. En el caso de los conflictos socioambientales, se puede denominar como la disputa entre diversos actores-personas naturales, empresas públicas y privadas y el Estado, manifestadas públicamente y que expresan variedad de opiniones, posiciones y planteamientos en base a demandas por la afección (o potencial afección) de Derechos Humanos, relacionados con el acceso y uso de recursos naturales y con el impacto ambiental de las actividades económicas (INDH, 2012).

Campamento minero de Labrar, Freirina, año 1850- Imagen: El Mostrador

Tanto los movimientos indígenas y socioambientales se han desarrollado precisamente en esta paradoja: explosión de la protesta social en pleno contexto de crecimiento económico en América Latina. En el caso de Chile, a la histórica movilización del pueblo mapuche por la autonomía y protección de sus territorios, se suman las protestas en Aysén, Punta Arenas, Calama, Huasco-Freirina y Tocopilla, entre otros, con problemáticas regionales y locales que tienen que ver con la protección del medioambiente y la descentralización (Valenzuela, 2015).

Actualmente, en Chile opera el Consejo Nacional para la Implementación de la Agenda 2030 de la ONU la cual tiene, entre sus compromisos, promover un desarrollo económico sostenible, social y con protección ambiental. Esto significa, entre algunos puntos, promover el uso de tecnologías y procesos industriales limpios y ambientalmente racionales (Ministerio de Desarrollo Social y Familia, s.f.). Dicha propuesta se inserta dentro de una preocupación global sobre el cambio climático y sus consecuencias. Si bien se ha visto una mayor preocupación desde los últimos gobiernos en estos temas, no cabe dudas de que el movimiento de Freirina al igual que otros como de Aysén y Petorca, dieron pie a una discusión mayor sobre contaminación, crisis socioambiental y necesidad de un rol del Estado en la promoción de la protección del medio ambiente y bienestar de la ciudadanía.

Según la misión enviada por el INDH, el caso de Freirina vulneró tres derechos fundamentales:

  • Derecho a un medio ambiente libre de contaminación
  • Derecho a la salud de las personas
  • Derecho al trabajo

Además, tampoco hubo un resguardo físico y psicológico de las personas en el contexto de las manifestaciones sociales. Por lo mismo, el INDH expresó su preocupación por la degradación del medio ambiente en la comuna de Freirina, responsabilizando a Agrosuper por la situación: “ha menoscabado -desde el segundo semestre de 2011- la salud y calidad de vida de quienes habitan la provincia de Huasco” (INDH, 2012). Esto también implica una responsabilidad del Estado, cuyo deber es garantizar el disfrute de la salud física y mental, lo que incluye garantizar condiciones sanitarias adecuadas y un medio ambiente sano, tal como establece el Comité y Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Paralelo a esto, el INDH confirmó que hubo uso irregular y desproporcionado de escopetas antidisturbios, con lesiones de extrema gravedad al menos una persona. También se corroboró el uso indiscriminado de grases lacrimógenas y otros medios disuasivos, denuncias de golpes y amenazadas de personas detenidas, algunos constituyendo delito de tortura y tratos crueles, inhumanos o degradantes según la legislación vigente (INDH, 2012). Con las denuncias de violencia policial, es importante señalar que:

“La concepción de orden público presente en las políticas de seguridad ciudadana actuales puede llegar a restringir ilegítimamente el ejercicio de derechos. Esto se manifiesta, entre otras cosas, en cómo el Estado usa la fuerza y para qué. En democracia, la fuerza que ejerce monopólicamente el Estado debe administrarse con criterios de necesidad, gradualidad y proporcionalidad, con el objeto de permitir el ejercicio de derechos y proteger a las personas en su seguridad individual” (INDH, 2012, p. 23).

Instrumentos internacionales de derechos humanos relacionados con el caso:

Material audiovisual

Informes de DDHH

Páginas web

Prensa y documentos online

Bibliografía

  • Coma, J. & Bonet J (2004). Producción ganadera y contaminación ambiental. XX Curso de Especialización FEDNA: Avances en nutrición y alimentación animal, 237-272.
  • Duarte, C., López, C., Ochoa, P. y Salazar, P. (2020). Acción colectiva, antagonismos y resistencia comunitaria en el conflicto socio-territorial de Freirina. Revista Eleuthera, 22 (2), 170-188.
  • Melo, C. y Monardes, R. (2007). Procesos de cambios y desarrollo de las comunidades ante la modernidad-postmodernidad: Freirina, una historia que comienza. Cuadernos de Trabajo, 3, 38-47.
  • Retamal, L., Martínez, F. y Urchaga, J. (2017). Calidad periodística y crisis socioambientales. El caso de Agrosuper en Freirina (Chile). Prisma social. Revista de Investigación Social, 18, 482-513.
  • Svampa, M. (2019). Las fronteras del neoextractivismo en América Latina. Conflictos socioambientales, giro ecoterritorial y nuevas dependencias. México D.F.: CALAS.
  • Rodríguez, R., Peña, Patricia y Sáez, C. (2014). Crisis y cambio social en Chile (2010-2013): el lugar de los medios de los movimientos sociales y de los activistas digitales. Anagramas, 12 (24), 71-94.
  • Valenzuela, E. (ed.) (2015). Territorios rebeldes: autonomías versus presicracia centralista. Santiago: Ediciones Universidad Alberto Hurtado.
  • Yáñez, N. y Otárola, Raúl (2008). La gran minería y los derechos indígenas en el norte de Chile. Santiago: LOM. Disponible en Centro de Documentación- INDH